Mi paz os dejo, mi paz os doy… (Juan 14:27)
Hay ocasiones en nuestras vidas en las que nuestra paz se basa simplemente en nuestra propia ignorancia. Pero cuando despertamos a las realidades de la vida, nuestra paz interior desaparece a no ser que provenga de parte de Jesús. Cuando nuestro Señor habla de paz, crea la paz, porque las palabras que Él es siempre «espíritu y verdad» (Juan 6:63). ¿He recibido yo lo que Jesús dice? «… Mi paz os doy…», una paz que viene de contemplar Su rostro y de comprender plenamente y recibir su apacible contentamiento.
¿Estás seriamente preocupado ahora mismo? ¿Tienes temores y te sientes confundido por las olas y el turbión que Dios en su soberanía ha permitido que entren en tu vida? ¿Has puesto boca arriba todas y cada una de las piedras de tu fe, y sin embargo no has encontrado ningún manantial de paz, gozo o consolación? ¿Te parece tu vida totalmente estéril? Entonces mira hacia arriba y recibe el plácido contentamiento del Señor Jesús.
El reflejar de su paz es prueba de que estás a bien con Dios, porque exhibes tu libertad de volver a Él tu mente. Si no estás a bien con Dios, nunca puedes volver tu mente a ningún lugar más que a ti mismo. Permitir que cualquier cosa oculte de ti el rostro de Jesucristo, o bien te causa turbación o te da un falso sentimiento de seguridad.
En relación con el problema que está apremiándote ahora mismo, ¿estás mirando a Jesús (hebreos 12:2) y recibiendo paz de su parte? Si es así, Él se convertirá en una bendición de gracia y de paz que se exhibirá en y por medio de ti. Pero si intentas solucionar el problema apretando los dientes, destruyes Su eficacia en ti, y mereces lo que te suceda.
Nos turbamos porque no le tenemos en cuenta a Él. Cuando buscamos el consejo de Jesucristo, se detiene la confusión, porque en Él no hay confusión. Ponlo todo delante de Él, y cuando te enfrentes con dificultades, duelo y tristeza, escúchale decir: No se turbe vuestro corazón….